La prensa nacional cuestiona esta semana la discrecionalidad de un juez al no imponer penas de cárcel a un conductor ebrio que mató a cuatro personas. El caso se refiere a un joven de 16 años que, al parecer, robó cerveza en una tienda local y luego condujo ebrio, chocando finalmente contra un vehículo en apuros y varios transeúntes que se habían detenido a prestar ayuda. El joven de 16 años fue condenado a rehabilitación y libertad condicional, pero no a pasar tiempo entre rejas, tras argumentar con éxito que no apreciaba la conexión entre sus actos y las consecuencias debido a un trastorno psicológico llamado "afluenza".
El caso está causando sensación porque la "affluenza" se ha descrito como una dolencia de los muy ricos, que se sienten privilegiados hasta el punto de experimentar una desconexión entre su comportamiento y cualquier resultado negativo. Para muchos de los que miran desde fuera, la indulgente sentencia de este caso parece el ejemplo perfecto de una persona rica que se sale con la suya por conductas por las que otros irían a la cárcel.
Los familiares de las cuatro víctimas del accidente de tráfico pidió a la juez una condena de 20 años. La juez aún no ha explicado sus motivos para imponer únicamente rehabilitación y libertad condicional.
Las familias de las víctimas no se han quedado sin opciones para buscar justicia por su pérdida e intentar responsabilizar al adolescente que causó esta tragedia. Tienen la opción de litigar por homicidio culposo y buscar una indemnización civil por la pérdida de sus seres queridos. Este tipo de demandas no pueden compensar realmente el dolor de un accidente como éste, pero pueden ayudar a garantizar un sentido de justicia en una situación en la que otros recursos han fracasado.
Fuente: Slate, "La defensa de un adolescente rico en un accidente mortal por conducir ebrio: "Afluencia"." Jason Voorhees, 12 de diciembre de 2013.